Crónicas

Fuente: Jacqueline Hernández corresponsal de Revista Koi
El terror está de moda
Por: Jacqueline Hernández Pérez
Me despierto a las 8 de la mañana, una completa tortura pues es domingo 4 de marzo pero a pesar de mi cansancio logro salir de la cama y me visto, desayuno y salgo de mi casa. Son las 10 de la mañana y el día es cálido, demasiado cálido para mi gusto, pero lo soporto mientras espero la combi. Después de casi 20 minutos pasa una combi destartalada que dudo mucho pueda ser apta para el transporte público, pero como llevo prisa subo sin pensarlo dos veces, me hago espacio dentro de una combi repleta de gente deseosa por llegar a sus respectivos destinos y al cabo de unos minutos logro sentarme, al fin puedo disfrutar del trayecto.
Voy viendo a través de la ventana, es un día perfecto para salir a caminar o disfrutar de los diversos eventos que se ofrecen tanto en la ciudad como en sus alrededores. Yo casi nunca salgo, no me gustan las multitudes ni el calor, pero hoy hay un evento que me interesa particularmente. Se trata de una Feria del Libro de Terror y Ocultismo y la razón por la cual estoy emocionada es porque, siendo amante de este género, casi no hay eventos de este tipo. Con el tiempo se ha popularizado el género del terror tanto literario como cinematográfico, existen festivales como el Macabro Film Festival o el Mórbido Fest pero fuera de eso la escena del terror es casi nula. La gente se ha acostumbrado a este género, pero no todos terminan por aceptarlo, ya sea por el miedo que les provoca o por la terrible oferta existente en cines… Es una lástima que se proyecten películas tan malas que repiten las mismas fórmulas hasta el cansancio cuando hay verdaderas joyas escondidas a lo largo del mundo.
Son casi las 11:30 a.m. y es momento de dejar mis divagaciones a un lado, tengo que bajar de la combi. Por fortuna ya viene vacía y no tengo que pelear por salir pero el calor que siento al instante de bajar me hace arrepentirme de mi salida, sin embargo, ya estoy ahí, no puedo echarme para atrás. Bajo desde la 11 pte hasta Juan de Palafox y Mendoza. Es mi camino habitual así que no me pierdo pero intento caminar rápido, una razón es porque el sol me lastima los brazos y la otra es porque quiero llegar a mi destino lo rápidamente (para llegar a mi casa también lo antes posible).
Ver tanta gente siempre me sorprende, nací en una ciudad que hasta hace poco no recibía turistas, sólo la conocía la gente que ahí habíamos nacido y vivido. Nunca me ha gustado mucho la gente y al llegar a Puebla me gusta menos, aunque tengo que admitir algo: me gusta ver la diversidad que se pasea por las calles de la ciudad. Hay gente morena, alta, chaparra, de ojos azules, de clase baja, media y alta. Las calles no discriminan. Dan paso a cualquiera que quiera recorrerlas y maravillarse con su arquitectura, aunque los que vivimos entre estas paredes ya no vemos la hermosura que perciben los que vienen por primera vez. Hemos perdido esa capacidad de maravillarnos, los ajetreos del día a día nos dejan agotados para levantar la cabeza y ver los edificios que tanta admiración causan entre los extranjeros. Y supongo que esto le pasa hasta a los que viven en la ciudad más hermosa del mundo, la cotidianeidad los ha enceguecido.
Camino lo más rápido que me permiten mis cortas piernas mientras me cubro del sol con la poca sombra que estos edificios ofrecen, porque pueden ser muy bellos mas no cubren mi necesidad de sombra. Hay calles más transitadas y otras en las que los únicos que vagamos somos los fantasmas del pasado y yo. Sin embargo, al llegar al zócalo todo se vuelve caótico. Gente por todas partes, a veces parece que quieren desafiar a las leyes de física ocupando todos un mismo espacio. Me hago espacio entre los montículos de gente tratando de llegar a mi destino, todo pasa ante mis ojos como en cámara lenta, veo personas pasando delante de mí, obstruyéndome el paso.
Llego al café, en la entrada veo la lona que anuncia el evento y entro. Es sólo un pasillo de piedra, típico de la arquitectura de la ciudad, no es muy largo ni muy chico, es perfecto para que cada estante tenga su espacio. Está vacío con excepción de los dueños de las mesas.
Al entrar y recorrer ese pequeño pasillo no puedo evitar sentir un cúmulo de sentimientos que difieren mucho el uno del otro. Siento decepción por ver el lugar vacío y no hablo solamente de las pocas mesas que mostraban sus libros sino también de la poca asistencia a la feria. Eran las 12 de la mañana y había gente por doquier, pero en ese diminuto pasillo no había ningún alma. Tal vez es muy temprano para los amantes del terror o no hubo mucha difusión. O tal vez no hubo interés. Tal vez fue su primera edición. Quiero creer que algo tuvo que ver este último punto.
También siento asombro por ver que, aunque son pocas las mesas, se tiene una gran variedad de libros acorde a la temática. Se venden cuadernos adornados con figuras icónicas del género como H. P Lovecraft, Beetlejuice, Alien, Allan Poe, licántropos, sirenas y muchas otras. Se venden libros con temáticas esotéricas también, sobre brujería, hechizos, mitos gitanos, parapsicología y demás cosas relacionadas con lo oculto. Es un catálogo pequeño pero vasto de temas para los apasionados de lo sobrenatural.

Fuente: Jacqueline Hernández corresponsal de Revista Koi
Salgo a la luz después de haber estado casi 20 minutos hojeando libros que tal vez jamás podré tener. El escenario fue el ideal para la feria: un pasillo pequeño rayando lo estrecho, oscuro y húmedo. Fue un breve paseo para salir de la rutina y el aburrimiento que me dejó con un amargo sabor de boca que tiene una leve esperanza detrás. Es triste ver que un evento así no tuvo el impacto que probablemente se deseaba, pero es un gran logro que siquiera se considerara hacer una feria con temas exclusivamente sobrenaturales. Fue pequeño, sí pero fue muy grande en significación.
Con películas tan exitosas como lo fue Actividad Paranormal, El Conjuro y la nueva adaptación de Eso, el género del terror está teniendo su mejor momento aunque sin duda el más controversial para los verdaderos fanáticos. Se producen muchas películas de terror pero muy pocas logran satisfacer el gusto del público. Unas son pésimas pero a la gente les gustan, otras son muy buenas pero la gente no las sabe apreciar y sin duda todas estas películas están haciendo que el género resurja. Sé bien que fue una feria del libro pero no hay que negar la influencia que tiene el cine en la sociedad. El cine es una puerta de fácil acceso para que la gente se adentre en este mundo apasionante de monstruos y magia, de momentos que dejan sin dormir a más de uno pero que, si eres lo suficientemente valiente como para terminar esas páginas, te llenarán de vida y harán ver el mundo de manera distinta.